Una reciente publicación en
diciembre del año pasado en la prestigiosa revista científica Nature nos da ha
conocer un avance en el área del sistema vascular con respecto a la importancia
que está tomando en la ciencia y la salud el ya conocido estudio de
biomarcadores, en este caso, para los riesgos de infarto del corazón y del
cerebro.
En esta oportunidad queremos
compartir con ustedes un artículo publicado recientemente por Sophie Quick, bióloga de la universidad de
York, en el blog de Proteintech que titula: “Los secretos que esconde nuestro
corazón”, a partir de la reciente publicación de Nature.
Como bien sabemos cada proteína
de nuestro cuerpo humano está determinado por la expresión de genes, algunas
veces las mutaciones que se generan en estos genes pueden llevar a cabo
anomalías en la estructura o la función de dicha proteína que puede derivar en
una enfermedad, y es allí donde la proteómica ha encontrado un nuevo brazo de estudio
científico para el aporte de biomarcadores que de manera temprana puedan
reconocer en distintas personas el riesgo para sufrir a futuro una enfermedad.
El artículo en cuestión estudió,
en una población de 10 000 personas que
sufrieron un infarto cardiaco a edad temprana, mutaciones a nivel de expresión
protéica comparado con un grupo control y determinó que dos de los genes
secuenciados mostraron mutaciones raras con nivel estadístico significativo,
estos fueron el gen que codifica para la apo-lipoproteína A-V (APOA5) y el que
codifica para el receptor de de la lipoproteína de baja densidad (LDLR), siendo
factores de riesgo potencial para enfermedades cardiovasculares.
La primera proteína en mención se
encarga de unir lípidos a lipoproteínas de manera que puedan viajar disueltos
por la sangre, ésta además suele interactuar con el receptor de lipoproteína de
baja densidad, la segunda en mención, que se encuentra en la superficie de las
células y se encarga de internalizar las proteínas de baja densidad (el
conocido colesterol “malo”). Una pobre función de ambas puede generar un
acumulo equivocado de este LDL en las paredes de arterias que genera una cadena
inflamatoria que termina en la conocida ateroesclerosis, principal mecanismo
generacional de las famosas oclusiones arteriales y trombosis que determina la
falta de irrigación en tejidos cardiacos y cerebrales concluyendo en infartos
mucha veces letales.
En dicho estudio se demostró que
aquellas personas que tenían estas mutaciones contaban con niveles más
elevados en sangre de triglicéridos y LDL (colesterol “malo”) lo cual supone
dicho riesgo a sufrir esta enfermedad. De esta manera futuras investigaciones
con este nuevo hallazgo pueden determinar nuevos blancos para diagnóstico y
tratamiento que finalmente permitan mejorar la calidad de atención y prevención
para aquellas personas jóvenes con riesgo de sufrir lesiones vasculares.
En caso de tener mayor interés
sobre el artículo en mención e incluso conseguir el link para las referencias,
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