Los
tumores cerebrales corresponden solamente el 1 al 2% de todos los procesos
cancerígenos, pero es sin duda uno de los primeros en la lista en lo que
corresponde a deterioro funcional y cognitivo con generación de rápida
incapacidad en la persona debido a la afectación de un órgano muy preciado en
nuestro organismo, como es el cerebro.
En
la población adulta los tumores que lideran la lista serían el conocido
meningeoma, un tumor por lo general benigno, pero cuyo crecimiento rápido puede
suponer alteración por compresión de parénquima cerebral; y en segundo lugar el
temido glioblastoma, un tumor cerebral maligno que puede llegar a ser muy
agresivo y a pesar de tratamiento quirúrgico, radioterapia y quimioterapia,
llegar a limitar un pronóstico de vida de 1 a 2 años.
Ya
hace uno o dos años, toda la población mundial se horrorizaba por los efectos
que estaba generando en los recién nacidos de mujeres embarazadas que habían
sido infectadas por la epidemia del virus Zika. Un flavivirus con afectación
directa en el sistema nervioso, de manera que aquel feto, con un cerebro recién
en formación se veía directamente afectado, aquellas células de proliferación rápida,
aquellas células llamadas células madre con futura determinación en neuronas,
eran atacadas por aquel virus, generando una pérdida importante de masa
encefálica y el posterior nacimiento de un niño con microcefalia y acusado
retraso psicomotor.
Hoy
en día, la comunidad científica empieza a ver con otros ojos aquel deprimente
virus, y así lo da a notar en una pre-publicación reciente, científicos de la
Universidad Estatal de Campinas (Facultad de Ciencias Médicas) de Brasil,
quienes han recreado experimentos previos, in vitro, afectando células del
glioblastoma, que son igualmente de proliferación rápida, principal
característica de las células cancerígenas, comparándose a unas células madre,
en este caso del mismo tumor. Y de ahí el hallazgo, en 24 horas el virus había
determinado una reducción importante de estas células, casi desapareciendo de
la placa horas después.
Ya
en el pasado, investigadores habían demostrado efectos similares con otra
especie de flavivirus, como el “Weste Nile virus”, sin embargo, el efecto había
sido destructor tanto para células del propio glioblastoma, como para neuronas
sanas.
En octubre
del 2017 se publicó en el “Journal of Experimental Medicine”, un estudio
dirigido por los doctores Michael Diamod, Milan Cheda y Jeremy Rich, de la
Universidad de California, San Diego y el Cleveland Clinic Lerner Research
Institute, en el cual viendo ese efecto neurotrópico directo del virus Zika,
realizaron el mismo estudio, pero en modelos animales murinos (ratones),
evidenciando que ralentizó el crecimiento del tumor y prolongo la vida de los
ratones con dicho tumor. Además, parece tener un efecto positivo sobre la
actividad del medicamento quimioterápico usualmente utilizado con este tumor,
la temozolamida.
Reconociendo
éste gran hallazgo con una aparente actividad más específica de dicho virus
contra células malignas y no células normales del sistema nervioso, se abre una
importante puerta de investigación, para quizá en algunos años, acabar con un
tipo de tumor muy temido en la actualidad.
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