Lima
por la tarde, oscurece y es hora de regresar de un día de mucho estrés en el
trabajo. Luego de algunas maniobras esquivas con nuestro carro para evitar
algún choque que nos malogre más el día, con las últimas fuerzas y reflejos que
nuestro cerebro se puede permitir, pensamos que llegamos finalmente a nuestro
refugio, nuestro hogar, a descansar y sentirnos a salvo de un ritmo de vida
intenso que sabemos pasará factura en nuestra salud en un futuro. Pero puede
que no sea así, al menos si vivimos a 100 metros de una vía muy transitada.
Ello puede influir en tener un riesgo mayor a sufrir enfermedades del corazón,
infartos cerebrales y otras patologías vasculares.
Así
lo describe el Dr. Kulick y colaboradores en un artículo recientemente
publicado en la revista científica “Stroke”.
Este
grupo de investigadores de la Universidad de Columbia (E.E.U.U.), ha llegado a
publicar un estudio epidemiológico de 15 años de seguimiento a personas
del norte de Manhattan. Aquellos participantes que vivían a menos de 100 metros
de una vía mayor de automóviles tuvieron un 42 % mayor riesgo de sufrir un
infarto cerebral, comparado con aquellos que vivían a más de 400 metros.
Teniendo
en cuenta una distribución homogénea de factores de riesgo cardiovascular en
cada población, la discusión surge en el hecho de tener en cuenta qué factores
influirían en tal. Resulta por tanto importante explicar la interacción de
agentes de polución que se producen, los cuales, por mecanismos aún por estudiar,
afectarían la biología de nuestro organismo activando sistemas de inflamación
microvascular. Otros estudios previos han demostrado la misma relación de la
influencia de estar expuestos a la polución medioambiental con aumento de
placas ateroescleróticas en arterias importantes de nuestro cuerpo. Y del mismo
modo con otros trastornos neurológicos como deterioros cognitivos y otras
patologías en cuya fisiopatología contribuye la neuro-inflamación.
El
artículo destaca la necesidad de investigar cómo los distintos agentes contaminantes
pueden influir en la actividad deletérea de nuestros organismos, sin duda una
puerta de investigación futura. Por otro lado, denota la conciencia que debemos
tener en la sociedad, de empezar a involucrarnos en soluciones inmediatas para
evitar los incrementos alarmantes de polución en las grandes ciudades, las
cuales cada vez más demuestran estar disminuyendo nuestra calidad de vida.
Para quienes se muestren interesados en leer algo más al respecto, les alcanzamos el siguiente enlace:
http://stroke.ahajournals.org/content/49/4/835
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