Como todos sabemos el premio
nobel de medicina este año fue dedicado al trabajo de tres neurocientíficos:
John O’Keefe, May-Britt Moser y Edvard I. Moser por su investigación en el
sistema cerebral dedicado a la navegación espacial. La última vez que se había
entregado un premio nobel a la investigación en neurociencia había sido en 1949
a Walter Hess por su investigación en la determinación de áreas cerebrales
dedicadas a las funciones autonómicas. Y ciertamente no sería de más reconocer
el gran trabajo de estas tres personas que han llegado a determinar un gran
pilar en el avance de la neurociencia.
La idea de que nuestro cerebro
puede establecer un mapa espacial del medio externo surgió hace mucho,
alrededor de 1948 con los estudios de Tolman. A partir de ahí ha existido una
línea de estudio en su reconocimiento. Inicialmente en 1971 O’Keefe y
Drastrovsky descubrieron unas células ubicadas en el hipocampo cerebral
llamadas “células de ubicación” (place cell) que podían activarse dependiendo
del área en el que el animal de experimentación se trasladase en una especia de
coordenadas “x” e “y”.
Más adelante en 1990 Taube y
colaboradores descubrieron un nuevo tipo de células a nivel del subiculum que
conecta el área entorrinal con el hipocampo y las llamó “células de la
dirección de la cabeza” (head direction cell). La activación de estas células
se reconoció ayudaban al animal permitiendo la navegación a través de datos de
direccionalidad.
Más adelante fueron la pareja investigadora Moser en 1998 que
empezaron los estudios para reconocer en el hipocampo un área de circuitería
neuronal donde más que establecer una localización espacial se diera un procesamiento
de información espacial para su actuación, descubriendo ésta a nivel dorsal de
la región CA1 del hipocampo. Junto con los estudios colaboradores del equipo de
Brun en el 2002, Fyhn en el 2004 y Hafting en el 2005, la pareja Moser reconoció patrones de activación
neuronal en el área entorrinal medial a manera de rejilla según el área de
trayectoria que realizaba el ratón de experimentación, reconociendo cada grupo
neuronal una información latitudinal y longitudinal por lo que le llamaron
“células rejilla” (grid cell). Estos grupos de células trabajan para áreas
determinadas pudiendo superponerse y establecer un mapa en conjunto,
reconociéndose además otros grupos de células, “células límite” (border cell)
por Solstad en 2008, que determinarían límites de las áreas reconocidas en el
“mapa” por cada grupo de estas células rejilla, permitiendo además puntos de
referencia.
Finalmente estos neurocientíficos
llegaron a determinar en su conjunto, con lo reconocido hasta la fecha, como a
través de un circuito a nivel hipocampo-entorrinal (con todos estos grupos
celulares) se establece en nuestro cerebro un sistema de navegación
tridimensional a través de un sub sistema de localización, direccionalidad,
perímetro y sentido de latitud y longitud que abre las puertas a un nuevo
conocimiento de nuestro cerebro y sin duda nuevos campos de investigación.
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