domingo, 23 de septiembre de 2018

Septiembre, hace 90 años: El descubrimiento de la penicilina.


Este mes de septiembre se ha cumplido 90 años del descubrimiento de la Penicilina. Quizá todos conocemos ya la serendipia a partir de la cual se dio este gran avance en las ciencias de la salud. Pero leyendo varios artículos actuales al respecto, tiene interés recordar el contexto histórico en el que se da este gran descubrimiento, y en pocas líneas me gustaría compartirlo con ustedes, al igual que el enlace del artículo publicado por Fleming que emociona, a aquellos que gustan de la microbiología, se puede buscar por el buscador científico de internet PubMed.

Como sabemos en septiembre de 1928, A. Fleming, quien investigaba las propiedades antimicrobianas de la mucosa nasal, regresando de vacaciones, encuentra en los cultivos que había dejado en su laboratorio una contaminación por un hongo y accidentalmente tal contaminación había dejado un halo de lisis entre las colonias de estafilococo. Se trataba del hongo Penicillium notatum, y así lo publica en 1929.

En 1930 Ernst Chain, bioquímico judío que estudió en Berlín, huyendo de Alemania, quizá sabiendo lo que se venía, llega a Inglaterra. Estando en Inglaterra, empieza a trabajar en el laboratorio de Howard Florey, en Oxford. Estudian por tanto la molécula de la sustancia de la penicilina que había utilizado Fleming para tratamientos tópicos de infecciones. Realizaron estudios en modelos murinos al cual inoculaban cepas de estreptococo y a aquellos que habían inyectado la molécula trabajada de la penicilina, se conseguían curar. Más tarde, en 1940 lo publican en la revista científica Lancet, y así fue, que más adelante, en 1945, estos tres científicos compartirían el premio Nobel de Medicina.
Sobre esos años empiezan a realizar los estudios en seres humanos, que hasta entonces fallecían sin tratamiento antibiótico existente, en cuanto presentaban alguna infección, por lo general, en relación a traumas. Lamentablemente, la producción era complicada, y no daba, muchas veces, tiempo para aplicar suficientes dosis en los sujetos experimentales.

Sobre ese entonces, como sabemos, se dan los inicios de la Primera Guerra Mundial, y surge quizá por primera vez el interés científico a ser utilizado de diversas maneras en la misma guerra. Aquellos investigadores no eran conscientes de que sus publicaciones de avances médicos podían ser leídos en aquellas revistas científicas por los alemanes nazis, pero si les preocupaba que las cepas del hongo Penicillium cayesen en sus manos.

Con la pobreza y falta de recursos que traía la guerra en Europa, Chain y Florey deciden viajar a Estados Unidos para continuar sus investigaciones y ver la manera de producir más de dicho hongo. El departamento de Agricultura de dicho país, quizá conociendo ya la utilidad que se le podía sacar, apoya las investigaciones en búsqueda de mayores fuentes del hongo, así como estudios genéticos (mutaciones) para mayor producción por tal hongo, de la molécula penicilina. Consiguen entonces, una cepa final, la Q-176, que producía 1000 veces más penicilina. Más adelante, sobre 1957, se llega a sintetizar artificialmente.

¿Y cómo más influyó en el mundo en aquella época?. Pues resulta que los alemanes iban trabajando en otro compuesto antibiótico, la sulfamida. Curiosamente esta última, salvó en 1943 de una Neumonía cogida en Túnez, en uno de sus viajes estratégicos, a Winston Churchill. La industria farmacéutica, Pfizer, que dominaba el mercado ya desde la primera guerra mundial, toma cabida en la fermentación y producción del hongo. El ejército estadounidense empieza a forzar y contribuir en su producción y lo usa para cuidados de sus soldados tras traumas, los cuales lo llevaban como parte de la valija de guerra. ¿Resultados?, la tasa de gangrena en las tropas aliadas era de solo 0.15%, a comparación del 2 a 3% en las tropas enemigas.

Los alemanes conocían del nuevo antibiótico, pero no les fue posible producirla y continuaron con el uso de la sulfamida por su lado. La cual, cabe destacar no fue tan eficiente para esos tiempos de guerra. Se piensa incluso, que la cura de las heridas tras el atentado de bomba de Stauffenberg de Hitler, el 20 de julio de 1944, fue por el uso de penicilina por su doctor Morell, quien podría haberlo conseguido, según alguna teoría, por aliados españoles, país a donde llegaba exportada de Estados Unidos, en principio para usar en curas de aliados en el viejo continente.

¿Podría haber sido, finalmente la penicilina, la ventaja para la victoria de los aliados en la segunda guerra mundial?  

Para quienes se muestren interesados les alcanzamos el link al artículo publicado por Fleming en 1929:

 


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