Hoy en día se ha encontrado dicha variante en alrededor de 40
países alrededor del mundo y es posible que su número siga creciendo para
volverse la variante predominante como hace unos meses lo fue la variante
Delta.
Sin embargo, no es algo que en particular nos deba preocupar, más
de lo que corresponde al adecuado control sanitario que ya se lleva a cabo
según medidas habituales. Luego de un año, el mundo este mejor preparado con
respecto a la COVID-19 (enfermedad causada por el virus SARS-CoV-2) y tanto a
nivel de investigación como médico se tiene los adecuados conocimientos para actuar
frente a éste, al igual que muchos otros. De hecho, no es que el virus tenga “consciencia
propia” y busque acabar con la población, como algunos quieren hacernos pensar,
sino que al igual que cualquier otro virus, al ingresar al organismo empieza a
multiplicarse dentro de una célula para buscar su supervivencia, y ello implica
una serie de replicaciones continuas de sus genes, con las consiguientes
mutaciones, como es habitual en estos casos. Muchas de dichas mutaciones son
inútiles y por tanto no implican nada en particular, o como muchas variantes
prestas a desaparecer, pero en oportunidades una mutación puede ser útil para
favorecer una nueva expresión en mecanismos infectivos, y por tanto, permitir
su supervivencia. Si nos ponemos a pensar, es lo que ocurre con la gripe, año
tras año las tenemos según condiciones ambientales que favorecen su aparición
periódica, y como sabemos las variantes más infectivas o que implican
severidad, son las que son estudiadas para generación de vacunas que año tras
año son puestas en poblaciones particulares en riesgo, en caso de contraer la
enfermedad. De hecho, no nos evitan el poder ser infectados por otras
variantes, menos severas de la gripe, y por ello, a pesar de estar vacunados,
podemos pasar una gripe estacional.
Pues, en este caso ocurre lo mismo. Al inicio de la pandemia,
nuestros organismos no habían tenido ninguna interacción con el virus, ya sea a
nivel individual, como poblacional, y por tanto, a pesar que ya ocurrían
variantes, no había interés en competencia, puesto que la replicación habitual
y rápida dispersión por las poblaciones, cumplían con el objetivo de
supervivencia del virus. Sin embargo, poco a poco, fuimos combatiendo mejor el
virus. Fuimos presentando inmunidad activa tras pasar la enfermedad, o incluso generando
anticuerpos contra éste a partir de las vacunas. Es allí, donde las variantes
fueron tomando mayor interés, y quizá fue la Delta la primera que nos generó
preocupación, por además su aparente mayor letalidad, luego evidenciada, por
ejemplo, en población infantil, donde al inicio de la COVID-19 parecía ser
inocua para los niños.
La variante Omicron actual, corresponde a una nueva mutación, en realidad varias mutaciones correspondientes a la expresión de proteínas “spike” o “espiga” que es la que conocemos utiliza el virus para ingresar a las células humanas e iniciar el proceso infectivo. Esta nueva variante del virus fue descubierta sobre finales de noviembre en Sudáfrica, país que para septiembre tenía una “R” de crecimiento epidémico de 1, y para la fecha actual es de alrededor de 2, correspondiendo a cientos de nuevos casos por día. Sin embargo, los primeros datos aparentan reportar que no sería más letal. Esta nueva variante de la proteína S podría estar burlando los anticuerpos generados por nuestro organismo al pasar la enfermedad COVID-19 en el pasado, o incluso del a misma vacuna, según primeras investigaciones, y por ello su facilidad de dispersión actual. No mediante, esto no significa que las respuestas inmunológicas conseguidas por la vacunación sean ineficientes, como por ejemplo la respuesta aprendida por células T y “natural killer” dentro del arsenal de defensa recientemente adiestrada en nuestros organismos.
Además, aún se necesita tiempo para que con el estudio
epidemiológico en otras poblaciones del mundo se reconozca mejor su riesgo
infectivo y patológico, el efecto de vacunación incluso con terceras dosis en
algunos países ya, y por tanto, poder actuar rápido y en consecuencia contra
ésta. Por dar un dato, la población en Sudáfrica afectada es principalmente joven,
sin mayor letalidad que en todo caso episodios leves a moderados como los
previos y con un cuarto de población completamente vacunada con dos dosis, con
respecto a lo que puede ser poblaciones de otros países. Su expresión ya en
países de Europa y América nos permitirán ir conociendo con el tiempo mejor su
expresión, y por tanto, al igual que ocurrió con la variante Delta, poder
actuar con consecuencia. Y así tendremos que ir actuando, en un futuro, para un
virus, que como ya se ha referido previamente, ha aparecido para quedarse entre
nosotros año tras año.
Este es sin duda un dato que pone a relevancia la importante función
de nuestros investigadores en el área de la virología y epidemiología.
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