Desde hace unos años hemos reconocido la importancia que está teniendo
la nanotecnología en el área científico sanitario. Hoy nos gustaría compartir
con ustedes un área de crecimiento en el manejo terapéutico del cáncer, a
partir de los avances en el estudio de las nanopartículas.
Como todos sabemos para el manejo del cáncer se requiere en muchas
oportunidades medicamos específicos con muchos efectos secundarios, basados en
el hecho de que lo que intentan realizar es matar las células malignas,
aquellas de crecimiento irregular e imparable dentro de los distintos tipos de
neoplasias que conocemos, pero a costas pueden generar lo mismo en muchas
células sanas. Son, en sus distintas formas, las conocidas quimioterapias. Además,
a veces no basta con un solo fármaco sino con la combinación de dos o tres, o
incluso, según la respuesta y resistencia del cáncer, con la necesidad de ir
cambiando esquemas de tales para mejorar la respuesta y por tanto la
supervivencia de la persona afectada.
De por si sabemos que ha existido mucho avance en estos
tratamientos en las últimas décadas, permitiendo, junto con el diagnóstico
temprano, un pronóstico de vida aumentado, en muchos casos impensables en el
siglo pasado.
La introducción de la nanotecnología en esta área ha permitido no
solo las herramientas para permitir que el medicamente vaya dirigido al órgano o
sistema diana afectado, sino también utilizar distintos principios físicos sinérgicos
para una mayor efectividad. De esta manera un grupo de investigadores del Grupo
de Biofísica de la Universidad de Londres ha conseguido resultados positivos (de
hasta 34 % más) en el manejo de distintos tipos de cáncer (cerebral, mama y próstata)
a través del uso de pequeñas partículas magnéticas que al portar el tratamiento
quimioterápico a las células malignas vía sanguínea, y activadas por una fuente
magnética alterna fuera del cuerpo a través de un dispositivo específico, aumentan
la temperatura local lo cual favorece la acción del medicamento.
Se ha evidenciado que las células cancerígenas son más sensibles a
altas temperaturas que las células sanas (42 vs 45ºC) y al mismo tiempo el
aumento de temperatura permite una mayor efectividad del fármaco en el órgano
diana, además que las nanopartículas contienen una capa de polímero específico
que impiden que al activarse el fármaco actúe fuera de las células correspondientes
a la neoplasia, sin afectar, por tanto, a las células sanas de alrededor. Todo
ello hace posible dar menor dosis del medicamento con la ventaja, por tanto, de
menores efectos secundarios.
Para quienes tengan mayor interés sobre el artículo referido: “In
vitro exploration of the synergistic effect of alterning magnetic field mediated thermo-chemoterapy
with doxorubicin loaded dual pH- and thermo-responsive magnetic nanocomposite
carriers”, les alcanzamos el siguiente enlace:
https://pubs.rsc.org/en/content/articlelanding/2020/TB/D0TB01983F#!divAbstract
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